viernes, 3 de diciembre de 2010

Muerte de dos museos en España


Después de una década de apertura del museo Chillida-leku se anuncia su inminente cierre por falta de medios, tras haber solicitado la tramitación de un expediente de regulación de empleo.

  

Ésta era la crónica de una censura anunciada y el colofón a una lagra rista de desacuerdos entre losherederos del artista y las instituciones públicas afectadas (Gobierno Vasco, Diputación de Guipúzcoa y Ayuntamiento de San Sebastián, que puntualmente hacen aportaciones económicas al museo). 

Como telón de fondo, los graves problemas de financiación de una institución de gestión familiar y lo que algunas fuentes de la familia Chillida consideran como una ausencia de generosidad política con un centro como este. 

Pero el caso Chillida-Leku no está solo. Tiene un claro símil de preocupante actualidad: El Centro José Guerrero de Granada, que está a punto de sellar su certificado de defunción tras la ruptura definitiva de conversaciones entre los herederos del gran pintor español del expresionismo abstracto y la Diputación de Granada. Una ruptura que, salvo milagro de última hora acabará con la salida de sesenta obras del artista rumbo a un guardamuebles de Madrid y la desaparición de inmediato del centro. El motivo es la pretensión de los políticos locales de reconvertir la institución en una sala de exposiciones de artistas locales, alejándose así de los objetivos fundacionales de la familia Guerrero.

La coincidencia en el tiempo de los casos Chillida y Guerrero supone un varapalo para la geografía española de museos. Cabe ahora preguntarse si la familia Chillida acabará adoptando algún día la misma dolorosa decisión que los herederos de José Guerrero.

Quizá no sea un guardamuebles el destino final de las obras de Cillida, pero una cosa está clara: si las actuales negociaciones entre los herederos del artista y el Gobierno Vasco sobre el cambio de modelo de gestión de Chillida-Leku. El legado del más universal de los escultores españoles podría acabar no fuera ya de Sansebastián, sino fuera de España. No será por falta de ofertas, ya que la obra del escultor  donostiarra es un reclamo internacional de primer orden. 


Rosa Ivars Ribes

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